"EL MILAGRO ECONÓMICO ESPAÑOL"

Antecedentes


Niños en Madrid, en 1939.
Original aquí.
La inestabilidad política y social fueron las protagonistas de la España del siglo XIX, las irruptoras de su desarrollo económico, que posicionaron a nuestro país a las espaldas de la mayoría de los países de Europa occidental. Sería a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando España alcanzó una relativa estabilidad. Sin embargo, la inestabilidad política no tardó en regresar en la década de los años 20, de la mano de la Gran Depresión y culminando con la devastadora Guerra Civil Española de 1936 a 1939, ganada por los sublevados al mando de Francisco Franco. Sería el comienzo de la dictadura en manos del "Generalísimo", lo que conduciría a una época presidida por la represión y la persecución política, la escasez de alimentos y productos de primera necesidad y el juego de influencias de las distintas familias que habían formado el bando victorioso en la Guerra Civil. Durante este régimen la economía española pasó por varias etapas, estando la primera de ellas reinada por la política de autarquía (1939-1951). Esta misma conduciría a una etapa de estancamiento económico, cuya posterior recuperación fue muy lenta. 

No fue hasta la década de 1950, con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y sus aliados, debido a la creciente importancia estratégica de España, cuando se produjo un acercamiento comercial con el bloque occidental y un descenso de las dificultades económicas de España.


La llegada del "milagro"

Pese a que casi siempre se habla de 1959, año marcado por el famoso Plan de Estabilizaciónen realidad el comienzo del conocido como "milagro económico español" llegó algo antes. Concretamente entre 1956 y 1957, cuando los reconocidos tecnócratas del Opus Dei, Laureano López Rodó, Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio entraron en el Gobierno.
Franco rodeado por los llamados «tecnócratas del Opus Dei».


Tras once años desde el comienzo de la dictadura, las medidas implantadas no hacían más que desvanecer la situación del país: autarquía, control de precios, emisión de moneda para intentar impulsar el consumo, rigidez absoluta en las relaciones económicas, desconfianza absoluta en el empresariado local... Como resultado se obtuvo que la renta per cápita (en euros de 2010) había pasado de 3.148 euros en 1939 a 3.490 euros en 1950, es decir, apenas había mejorado un 1% anual.

Puede que el motivo de este escaso crecimiento radique en que no se estaban valorando los puntos fuertes de la economía española: una clase media no muy numerosa pero bien preparada, cercanía a algunos de los mercados más pujantes del momento, bajos costes, situación geográfica (sobre todo para el turismo, pero también como posible centro manufacturero para determinadas industrias europeas...) o una inmigración exterior que comenzaba a enviar remesas.

Era hora de intervenir, y así lo hicieron los tecnócratas, que implementaron el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo Económico y Social bajo la dirección del Fondo Monetario InternacionalEl impacto que supuso la apuesta de estos por la liberalización sobre aquella economía ultra intervenida fue bastante notable, hasta tal punto que entre 1958 y 1959 el país sufrió una recesión que generó tensiones en el régimen.         

No era difícil comprender que las medidas aprobadas encontrasen una fuerte oposición: suponían una pérdida de control por parte del Gobierno sobre buena parte de la economía: se acababan los controles de precios, se estabilizaba el valor de la peseta, se reducían los aranceles y se impulsaba la inversión extranjera, subían los tipos de interés, se estabilizaban los salarios (que llevaban unos años subiendo para intentar acompasarse con la inflación), se controlaba el gasto público y se ponían límites a la emisión de deuda. 

Esta liberalización económica, apertura comercial, integración en los mercados internacionales, atracción de turismo e inversión extranjera logró una explotación de los recursos anteriormente desaprovechados.

Los resultados fueron tan significativos que ningún otro país del mundo igualó el crecimiento económico español en aquellos años. Tal fue el alcance de este desarrollo que sólo unos pocos casos (quizás Irlanda en los años 80-90 y Corea en los 70-80) son comparables al español.                            


En los siguientes dos cuadros tomados del libro "España en la economía mundial", de Jordi Maluquer, se recogen las cifras de la renta per cápita y del PIB per cápita en España, Italia, Francia y Portugal, así como el crecimiento de este indicador desde 1950.
Original aquí.
Original aquí.

Pocos países han disfrutado de un período tan prolongado de crecimientos tan elevados.                      Se puede considerar que fuimos la China de los años 60: un país autoritario que abre su economía      al mundo, desde una pésima posición de partida y que consigue sumarse al tren de la modernidad.                                                                    
No obstante, con el comienzo de la crisis del petróleo en 1973 se puso fin al hasta entonces auscipiado crecimiento y la economía siguió una trayectoria ascendente más leve. Con la unión a la Comunidad Económica Europea en 1986 y en plena reconversión industrial, España era considerada en términos económicos y sociales, un país industrializado, dejando atrás la situación de atraso endémico que había experimentado hasta la primera mitad del siglo XX.
Original aquí.


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